Utilizando conceptos de Ciencia Política, Teoría Económica y Metodología de análisis no materialista histórica, este artículo es una muestra del campo de estudio de la Economía Política Aplicada. Lo reproducimos:
La Economía Política de los Desastres Beta Gamma S.A.Publicado - Published: 04/03/2007
Los conflictos violentos normalmente se constituyen en catalizadores de cambios económicos y políticos estructurales en los lugares donde ocurren. No sólo el contendor ganador del conflicto cuenta con la oportunidad de agendar las políticas que hacen a su particular visión, sino que el costo del conflicto normalmente determina una serie de eventos indirectos que pueden modificar sustancialmente la economía, la política y la sociedad. Ejemplos de esta realidad pueden ser las modificaciones al sistema tributario para financiar los costos de la reconstrucción y los obvios efectos en la redistribución de la riqueza. Los desastres naturales cuentan con concretas diferencias respecto de los conflictos violentos, sin embargo, pueden constituirse también en catalizadores de importantes dinámicas de cambio. Estas dinámicas por lo general suelen ignorarse aunque por sus características generen efectos de mediano y largo plazos.Los desastres naturales pueden ocasionar dinámicas de cambio o contención económica y política desde al menos dos campos: i) el nivel de capacidades del gobierno para enfrentar una crisis y la gestión de las mismas una vez que ésta ocurre, y ii) la capacidad de grupos específicos de interés para utilizar y aprovechar políticamente la crisis para implementar sus agendas o políticas públicas. Estas dos vertientes pueden darse de forma aislada o paralela y generar importantes modificaciones en la arena política de un país. Comúnmente los desastres naturales son fenómenos que no pueden preverse, prevenirse o detenerse a voluntad. Tampoco son fenómenos que permiten identificar clara e indiscutiblemente los culpables de la devastación que dejan como secuela. Sin embargo, el daño ocasionado por los desastres naturales en una particular sociedad puede ser mitigado si se cuentan con adecuadas políticas y programas tanto por aspectos de prevención general (p.e. las consideraciones de ingeniería que deben tomarse en cuenta cuando se construye infraestructura en áreas con fallas geológicas) como a través de inversiones específicas (p.e. muros de contención construidos para evitar inundaciones en épocas estacionales de lluvias donde se producen crecidas de las aguas de los río o lagos cercanos a un área poblada o productiva). Más aún, el contar con acceso a recursos financieros de forma inmediata cuando los desastres ocurren puede apoyar de satisfacer de forma fundamental las privaciones que supone la crisis.La magnitud de un particular tipo de desastre generará mínimamente las condiciones para iniciar un debate público (sino una crisis política para el gobierno, sea que la merezca o no), sobre la necesidad de enfrentar este tipo de fenómeno de forma consistente en el tiempo, en vez de la coyuntural y tradicional manera en la que estos asuntos son administrados. El hecho de que el fenómeno de El Niño, que afecta hoy al país, sea un evento climático recurrente y predecible en el tiempo, ciertamente incide en que el debate o las críticas al gobierno se acentúen. El número de muertos y heridos y el monto total de daños económicos resultantes del desastre determinará la intensidad del debate, así como también lo hará, la capacidad del gobierno de responder eficazmente al fenómeno.Las regiones y actores afectados tendrán importantes incentivos para modificar sus alianzas políticas o incrementar sus niveles de frustración con el gobierno dependiendo de los niveles de ayuda recibidos (también jugará un papel importante la percepción de la población sobre la magnitud de la ayuda). En el caso específico del fenómeno de El Niño, el efecto podrá ser importante pues desafortunadamente para el Presidente Morales las regiones más afectadas son aquellas donde menores niveles de apoyo político tiene, individualmente como gubernamentalmente.Más compleja aún se hace la situación pues el desastre natural ha generado un inesperado fortalecimiento en la agenda política de ciertos grupos de interés y ha desequilibrado el balance de poder de algunas pugnas políticas estratégicas. La solicitud de los ganaderos de postergar la entrada en vigencia de las reformas a la Ley INRA es un claro ejemplo de lo mencionado.Los ganaderos son además los mayores poseedores de tierra en el Beni, y han sido uno de los grupos de interés de mayor oposición a las reformas a la Ley INRA que impulsó el gobierno del Presidente Morales. Si bien El Niño les está causando importantísimas pérdidas económicas a los ganaderos, también les ha favorecido en la reciente aprobación de la retardación de la vigencia de la Ley INRA anunciada por el gobierno. De forma similar, la flexibilidad otorgada por el gobierno a las prefecturas para la utilización de los recursos del IDH en la atención de los efectos del desastre es otro ejemplo muy concreto. Las consideraciones políticas de este impuesto se han constituido en un factor de contención entre las prefecturas y el gobierno nacional, en especial en el marco de la demanda autonómica. La connotación de estos eventos, generados a partir de un fenómeno climático, pueden percibirse como coyunturales o transitorios, sin embargo, dadas las características políticas de Bolivia esto puede constituirse en un error, pues una vez acabado el fenómeno de El Niño, los ganaderos argüirán que requieren mayor tiempo para recuperarse de los efectos del mismo; mientras que por su parte, las prefecturas tratarán de mantener la flexibilidad y/o discrecionalidad en la utilización de los recursos del IDH una vez que las emergencias hayan pasado.Más allá del ejercicio de prospección, es aún muy temprano para predecir acertadamente los efectos económicos y políticos de los actuales desastres naturales. Sin embargo, lo que si es predecible es que las pugnas políticas entre el oficialismo y la oposición, y entre el gobierno nacional y los departamentos se verá claramente acentuada y reemarcada como consecuencia de la magnitud del desastre y la capacidad de acción del gobierno en su mitigación.
Escrito por evaristo-hernandez el 01/06/2007 14:03
Usualmente las negrillas y subrayados son nuestros.
jueves, junio 21, 2007
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