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domingo, febrero 19, 2023

División del trabajo capitalista: industrialización y producción en masa

División del trabajo capitalista: industrialización y producción en masa

La Economía de Mercado Capitalista se caracteriza fundamentalmente por el desarrollo y generalización del trabajo asalariado y de un proceso de industrialización que implica la producción en masa de mercancías.

Históricamente el proceso de industrialización capitalista se inició en Inglaterra en el Siglo XIX; ese proceso de industrialización implicó la producción en grandes cantidades y diversas calidades de bienes que se destinan al intercambio mercantil.

La producción industrial en masa, propia del sistema capitalista, tuvo características especiales, únicas, importantes en cuanto a la división del trabajo, por eso es que se habla de división capitalista del trabajo.

No es una división del trabajo a secas, no es la división del trabajo que tuvieron nuestros antecesores para organizarse, por ejemplo, para cazar un mamut; también la división capitalista del trabajo no es la división del trabajo que existió en el modo de producción esclavista en donde, por ejemplo, en Egipto, el faraón, los amos y los sacerdotes dirigían el trabajo de los esclavos asignando tierras fértiles después de las temporales inundaciones del Río Nilo; y tampoco es la división del trabajo que ocurría en la sociedad feudal o medieval en donde los siervos trabajaban una una parte del día en los campos del señor propietario y luego regresaban a su a su pequeña parcela a seguir trabajando para su propia subsistencia; parcelas ubicadas en la misma propiedad donde trabajaban para el señor feudal.

En todos los procesos de división del trabajo, anteriores al sistema capitalista, no predominaba el trabajo asalariado y las fuerzas que movían las herramientas desde la lanza del salvaje hasta el transporte de las piedras con que construyeron unas pirámides; las herramientas y los animales de carga y tiro que se usaban en los cultivos que se hacían en las haciendas esclavistas o en los campos de los señores feudales y en las ciudades y los mares era predominio de la energía motriz de la fuerza de trabajo del ser humano, esclava o servil, que proyectaba su fuerza de trabajo conduciendo directamente a los animales domesticados o canalizando la energía de los elementos naturales como el sol y el viento de los cuales dependía, para la navegación en alta mar y molinos de viento en la agricultura, por ejemplo.

En el capitalismo la cosa cambia. La industria tiene trabajadores asalariados, no esclavos ni siervos, amarrados a un amo o a un señor, se amarran a los capitalistas, pero los empresarios capitalistas no son dueños de las personas que trabajan para ellos ni pueden jurídicamente obligarlas a que residan en la fábrica o en la tierra donde trabajan. 

Los empresarios capitalistas son dueños de la mercancía que venden los trabajadores, que es la fuerza de trabajo; los trabajadores asalariados con la protección formal de las leyes, se pueden mover libremente y vender su fuerza de trabajo, como una mercancía, a quien pague mejor en un complejo y convulso mercado de trabajo. En el contexto de esta relación mercantil se desarrolla la producción industrial, se aleja cada vez más la industria de la agricultura, se generan más trabajadores asalariados que a su vez generan cantidades, calidades y diversidades de mercancías. 

Una fuerza motriz determinante, única, se incorporó en el siglo XIX en el proceso de división del trabajo capitalista: el vapor. La producción e intercambio con el vapor como fuerza motriz, movió un sistema de máquinas y sustituyó el poder físico de los trabajadores supeditando a los trabajadores al ritmo de trabajo que impuso el vapor como energía básica del sistema mecanizado. Las herramientas y las máquinas que antes dependían de la energía de los trabajadores asalariados cambió. Con el vapor como fuerza motriz fueron los trabajadores quienes dependieron de la energía física de la fuerza motriz que movía el sistema de máquinas. La dependencia se invirtió, a partir de ese momento histórico el ser humano dependió de la máquina y la máquina y la herramienta independizó su fuerza de la fuerza del ser humano. Y no solamente fué una máquina, sino que fue un sistema de máquinas, se trató de máquinas enlazadas con otras máquinas concurrentes en la producción y el intercambio.

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