Usualmente las negrillas y subrayados son nuestros.

lunes, agosto 20, 2007

La Economía Política de la Guerra

Seymour Melman es un investigador norteamericano que nos dejó un trabajo acucioso denominado "El Capitalismo del Pentágono" que tenía el subtítulo, al menos en la edición de Siglo XXI Editores, de "Economía Política de la Guerra". Nosotros nos sentimos más cómodos recordando el subtítulo. Tan profunda huella histórica dejó el Pentágono en las décadas del 60 y del 70, contexto en el que aparece el libro de Melman que Juan Bosch, dominicano, llego a pensar que el "pentagonismo sustituiría al imperialismo".

Hemos encontrado una referencia a la actividad intelectual de Melman, que nos indica una vida de un científico ejemplar:

"En el mundo enrarecido de la ingeniería económica e industrial, no hubo nunca nadie como el profesor de la Universidad de Columbia, Seymour Melman. Publicados en la prensa especializada y general, crecí leyendo y escuchando sus proféticos, tenaces y fundamentados argumentos en contra de la guerra y a favor del desarme mundial.

Hay columnas de opinión y cartas al director en el "New York Times" que Melman escribió cuando era un veinteañero. También están las persuasivas declaraciones realizadas ante el Congreso, acerca de la economía de guerra permanente y el deterioro de la economía civil y de la satisfacción de las necesidades del pueblo estadounidense. Sus planes para la conversión económica y su intercesión por el logro de un acuerdo decisivo con la Unión Soviética a favor de la paz ilustraban de qué tipo de economía, innovación y prosperidad podrían disfrutar los EE.UU.

Las propuestas de Melman eran meticulosas como las ningún otro académico y suponían un reto para lo que el presidente Eisenhower llamaba el "complejo bélico industrial". En ellas mostró cómo las mentes científicas e ingenieriles más talentosas podían ser succionadas por esta permanente economía de guerra, en detrimento del desarrollo de la economía civil, como si lo que importara fuera el bienestar de la gente. "Para acabar con el hambre en América= de 4 a 5 mil millones= programa aéreo C-5A", acostumbraba a decir, para hacer referencia al costoso, defectuoso y permanentemente derrochador contrato del gobierno con Lockheed Martin.

Los consejos de Melman eran muy solicitados. Sus numerosos libros tenían mucho sentido para la gente que valoraba positivamente las previsiones de futuro. Aconsejó a asociaciones de ciudadanos, sindicatos, legisladores y a las Naciones Unidas. Durante años fue el presidente de la Comisión Nacional para la Conversión Económica y el Desarmamento (National Commission for Economic Conversion and Disarmament).

Ya octogenario, Melman se adentró en el estudio del enigmático terreno de los sistemas de armamento. Se dedicó a desglosar meticulosamente la perniciosa forma de operar de un Pentágono dominado por las corporaciones, al poner precio a los submarinos, naves, aeronaves así como al armamento moderno; con ello explicó la espiral de presupuestos militares desequilibrados.

Los títulos de sus libros nos hablan de sus preocupaciones: "Nuestra sociedad consumida", "El capitalismo del Pentágono" y "Lucro sin producción". Como veterano de la Segunda Guerra Mundial, conocía la diferencia entre una defensa adecuada y una sobreabundancia de armamento. Calculó que el armamento nuclear de los EE.UU. tenía el poder de destrozar la Unión Soviética 1.230 veces. Preguntó ¿cuánto más gasto puede soportar la economía y el bienestar general?

Con la caída de la Unión Soviética y la consecución del acuerdo para el desmantelamiento de muchas de las cabezas nucleares a ambos lados, Melman esperó la llegada de los "dividendos de la paz" y la conversión económica o el reequipamiento industrial que él mismo había acuciado durante tanto tiempo. Pero nunca se llegaría a producir. En la actualidad el presupuesto militar consume la mitad del presupuesto federal estadounidense.

En sus últimos días, Melman se dedicó a difundir la idea de la autogestión como alternativa a las megacorporaciones. Durante los últimos veinte años los medios le han silenciado. Apenas pudo publicar algún artículo en los periódicos o incluso en las revistas progresistas. En la radio y televisión, en que cada segundo cuenta, no reunía los requisitos para poder aparecer, porque hablaba pausadamente y era mayor, una manifestación de la intolerancia electrónica que impide la comunicación entre muchos estadounidenses sabios y mayores y las generaciones más jóvenes.

Fue precisamente porque los hechos le habían dado la razón una y otra vez, que en la prensa escrita acabaron irritados por sus investigaciones pese a que estaban totalmente al día. ¿Cuántos estadounidenses saben, por ejemplo, que el 90% de los productos que aparecen en el catálogo de L.L.Bean (marca de ropa y accesorios) son importados? Melman se molestó en contarlos para sacar el tema de la desindustrialización de los EE.UU.

¿A cuánta gente le gustaría saber que en el reciente concurso para adjudicar la gestión del transporte público de la ciudad de Nueva York solamente se recibieron plicas de licitadores extranjeros? Ni una sola empresa estadounidense se presentó para crear puestos de trabajo por 3 mil millones de dólares.

Con anterioridad a su fallecimiento, este mes, Seymour Melman había terminado el manuscrito de un conciso libro titulado "Guerras, S. L.: El auge y la caída de la economía de guerra permanente". Cuando hablé con él, al principio del verano, estaba teniendo problemas para encontrar una buena editorial. Pero dejará un legado de sabiduría, perspicacia, humanidad, consistencia y diligencia. En una sociedad cuyos gobernantes y ejecutivos bloquean todo acceso de la gente a mentes tan magníficas mientras los saturan con mil nimiedades, distracciones y artistas presuntuosos que berrean a diario su lucrativa ignorancia, estadounidenses sagaces como Seymour Melman no recibirán la atención que la ciudadanía merece, a no ser que el pueblo, a quién pertenecen las ondas, empiece a controlar y a ejercer sus propios derechos sobre los medios".
Nota: Ralph Nader. Published on Monday, December 20, 2004 by CommonDreams.org

http://www.redverde.org/modules.php?name=News&file=article&sid=735


Seymour Melman como judío estadounidense contra la guerra en Medio Oriente

Nosotros judíos norteamericanos...


Carta de 3075 intelectuales judíos norteamericanos al gobierno de Bush pidiendo paz en Oriente Medio


“Sobre el rastro de la oleada de sangre que recientemente ha golpeado Oriente Medio, muchos israelíes y palestinos -y sus partidarios en Estados Unidos- han vuelto a adoptar un esquema de razonamiento contrapuesto, “nosotros-contra- ellos" , donde ambos se consideran víctimas inocentes e ignoran o minimizan las injusticias que han infligido, y siguen infligiendo, al otro pueblo.

En realidad, tanto el pueblo israelí como el palestino ha sufrido graves daños, el uno por parte del otro, aunque en forma diferente y desigual; ambos tienen legítimos motivos de resentimiento, legítimos miedos y legítima desconfianza sobre la real voluntad del otro de aceptar un compromiso para llegar a la paz.

Aunque los firmantes de esta carta tengamos opiniones muy diferentes sobre las responsabilidades de la actual situación, todos tenemos una visión común de cuales deben ser los elementos constitutivos de la solución.

Las diversas tentativas de construir una confianza recíproca han entrado en un callejón sin salida. La única alternativa a una guerra sin fin es un acuerdo global basado sobre principios simples pero radicales:

- La vida de los israelíes es tan preciosa como la de los palestinos,

- Los pueblos israelí y palestino tienen el mismo derecho a la autodeterminación nacional y a vivir en paz y seguridad;

- Los pueblos israelí y palestino tienen el mismo derecho a una justa división de los territorios y los recursos de la Palestina histórica.

Personas de buena fe en todo el mundo han entendido desde hace tiempo que una solución sostenible, respetuosa con estos principios, debería tener en cuenta:

- Dos Estados nacionales, Israel y Palestina, con igual soberanía, iguales derechos e iguales responsabilidades;

- Repartición del territorio de acuerdo a las fronteras precedente a la guerra de 1967, modificado sólo por cambios territoriales de menor importancia previamente acordados;

- Evacuación de todas las colonias israelíes construidas en los territorios ocupados, excepto aquellas incluidas en los cambios acordados entre ambas partes;

- Reconocimiento de Israel de parte de los palestinos y de los Estados árabes y su renuncia a cualquier reivindicación territorial posterior;

- Aceptación por parte de los palestinos de límites acordados al "derecho" al regreso de los refugiados a cambio de indemnizaciones financieras.

Desde hace bastantes años, los sondeos de opinión han demostrado que la mayoría de los israelíes aceptarían un acuerdo de este tipo con los palestinos.

A pesar de las actuales matanzas, la opinión puede ser la misma; pero un compromiso es difícil cuando la mayoría de ambas partes apoya acciones militares de provocación que consideran puramente defensivas, mientras que poderosas minorías siguen persiguiendo objetivos territoriales maximalistas.

Si los israelíes y los palestinos no están dispuestos o no son capaces de negociar una paz duradera, la Comunidad Internacional debería tomar la iniciativa de promoverla. Esto no sólo es de interés a largo plazo para israelíes y palestinos, también para los americanos, los acontecimientos recientes han hecho dolorosamente evidente que nuestra propia seguridad nacional está gravemente amenazada por la inestabilidad y la injusticia en Oriente Medio.

Los Estados Unidos tienen una especial responsabilidad en el trágico “impasse” actual, por motivo de nuestras millonarias subvenciones económicas y militares al gobierno israelí, 500 dólares al año por cada ciudadano israelí. Nuestro país tiene una influencia extraordinaria en la política de Israel, en el caso de que el gobierno tuviera la intención de usarla.

Cómo judíos norteamericanos que quieren de corazón una seguridad duradera en Israel, recurrimos a nuestro gobierno para que condicione la continuación de estas ayudas a la aceptación por parte de Israel de una solución, acordándola a nivel internacional, que prevea la existencia de dos Estados nacionales. Extremistas de ambas partes indudablemente atacarán un acuerdo de este tipo. Para hacerlo respetar podrían ser necesarias fuerzas militares extranjeras, dispuestas a aceptar eventuales pérdidas humanas. Se puede esperar en todo caso que la mayoría de la población tanto israelí como palestina está convencida que una paz imperfecta es preferible a una guerra sin fin. No hay garantía que esta propuesta funcione; pero es seguro que otra alternativa está destinada al fracaso.

Yali Amit, University of Chicago; Stanley Aronowitz, CUNY Graduales Center; Rosalyn Baxandall, SUNY Old Westbury; Joel Beinin, Stanford University; Noam Chomsky, Massachusetts Institute of Technology; Natalie Zemon Davis, Princeton University; Gerald Graff, University of Illinois at Chicago; Charles G. Gross, Princeton University; Lawrence Grossberg, University of North Carolina-Chapel Hill; Edward S. Herman, Wharton School, University of Pennsylvania; Stanley Hoffmann, Harvard University; Russell Jacoby, University of California-Los Angeles; Leo Kadanoff, University of Chicago; León Kamin, Northeastern University; Evelyn Fox Keller, Massachusetts Institute of Technology; Rabbi Michael Lerner, Tikkun Community; Seymour Melman, Columbia University; N. David Mermin, Cornell University; Martha Nussbaum, University of Chicago; Frances Fox Piven, CUNY Graduales Center; Hilary Putnam, Harvard University; Paul Rabinow, University of California-Berkeley; Bruce Robbins, Columbia University; Anne Roiphe, novelist, Nueva York; Ellen Schrecker, Yeshiva University; Stephen R. Shalom, William Paterson University; Elaine Showalter, Princeton University; Alix Kates Shulman, novelist, Nueva York; Peter Singer, Princeton University; Alan Sokal, Nueva York University; Abraham L. Udovitch, Princeton University; Immanuel Wallerstein, Yale University; Ellen Willis, Nueva York University; Howard Zinn, historiador, Auburndal MA y , hasta el momento, otras 3050 firmas.

Contacto: Alan Sokal, Department of Physics Nueva York University 4 Washington Place Nueva York, NY 10003 EE.UU. sokal@nyu.edu Tel: 1-212-998-7729 fax: 1-212-995-4016 -------- SODEPAZ -Solidaridad para el Desarrollo y la Paz- c/ Pez, 27, despacho 314 28004 Madrid telefono: 34-91 522 80 91 http://www.sodepaz.org

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