Usualmente las negrillas y subrayados son nuestros.

jueves, abril 16, 2009

La clase obrera en Inglaterra (1844-45)

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En alguna parte de sus escritos Marx reconoce que Engels fué primero, antes que él, en realizar la crítica de la Economía Política Clásica. La obra que se pone como referencia, es La Situación de la Clase Obrera en Inglaterra, escrita por Engels, cuanto tenía aproximadamente, 24 años, entre 1844 y 1845.

Para un examen más detallado, la obra puede consultarse en:

http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/situacion/index.htm

El papel del trabajo: una relectura

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Tomado de:


Trabajo crucial de Engels para entender la categoría trabajo no solamente como una categoría de la Economía Política Clásica, sino de la Historia del Ser Humano, de su proceso de hominización. Induce a reflexiones sobre el significado de los conceptos trabajo productivo e improductivo desde el punto de vista histórico, no estrictamente relacionado con el modo de producción capitalista. Algunos de sus pasajes son claramente precursores de lo que en la actualidad denominamos "economía ambiental".

Las negrillas y separación de párrafos son nuestros para efectos de estudio.

F. ENGELS

EL PAPEL DEL TRABAJO EN LA TRANSFORMACION DEL MONO EN HOMBRE [1]

El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en Economía política. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, proveedora de los materiales que él convierte en riqueza.

Pero el trabajo es muchísimo más que eso.

Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana.

Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre.

Hace muchos centenares de miles de años, en una época, aún no establecida definitivamente, de aquel período del desarrollo de la Tierra que los geólogos denominan terciario, probablemente a fines de este período, vivía en algún lugar de la zona tropical —quizás en un extenso continente hoy desaparecido en las profundidades del Océano Indico— una raza de monos antropomorfos extraordinariamente desarrollada. Darwin nos ha dado una descripción aproximada de estos antepasados nuestros. Estaban totalmente cubiertos de pelo, tenían barba, orejas puntiagudas, vivían en los árboles y formaban manadas [2].

Es de suponer que como consecuencia directa de su género de vida, por el que las manos, al trepar, tenían que desempeñar funciones distintas a las de los pies, estos monos se fueron acostumbrando a prescindir de ellas al caminar por el suelo y empezaron [67] a adoptar más y más una posición erecta.

Fue el paso decisivo para el tránsito del mono al hombre.

Todos los monos antropomorfos que existen hoy día pueden permanecer en posición erecta y caminar apoyándose únicamente en sus pies; pero lo hacen sólo en caso de extrema necesidad y, además, con suma torpeza. Caminan habitualmente en actitud semierecta, y su marcha incluye el uso de las manos. La mayoría de estos monos apoyan en el suelo los nudillos y, encogiendo las piernas, hacen avanzar el cuerpo por entre sus largos brazos, como un cojo que camina con muletas.

En general, aún hoy podemos observar entre los monos todas las formas de transición entre la marcha a cuatro patas y la marcha en posición erecta. Pero para ninguno de ellos ésta última ha pasado de ser un recurso circunstancial.

Y puesto que la posición erecta había de ser para nuestros peludos antepasados primero una norma, y luego, una necesidad, de aquí se desprende que por aquel entonces las manos tenían que ejecutar funciones cada vez más variadas. Incluso entre los monos existe ya cierta división de funciones entre los pies y las manos.

Como hemos señalado más arriba, durante la trepa las manos son utilizadas de distinta manera que los pies. Las manos sirven fundamentalmente para recoger y sostener los alimentos, como lo hacen ya algunos mamíferos inferiores con sus patas delanteras. Ciertos monos se ayudan de las manos para construir nidos en los árboles; y algunos, como el chimpancé, llegan a construir tejadillos entre las ramas, para defenderse de las inclemencias del tiempo. La mano les sirve para empuñar garrotes, con los que se defienden de sus enemigos, o para bombardear a éstos con frutos y piedras. Cuando se encuentran en la cautividad, realizan con las manos varias operaciones sencillas que copian de los hombres. Pero aquí es precisamente donde se ve cuán grande es la distancia que separa la mano primitiva de los monos, incluso la de los antropoides superiores, de la mano del hombre, perfeccionada por el trabajo durante centenares de miles de años.

El número y la disposición general de los huesos y de los músculos son los mismos en el mono y en el hombre, pero la mano del salvaje más primitivo es capaz de ejecutar centenares de operaciones que no pueden ser realizadas por la mano de ningún mono.

Ni una sola mano simiesca ha construido jamás un cuchillo de piedra, por tosco que fuese.


Por eso, las funciones, para las que nuestros antepasados fueron adaptando poco a poco sus manos durante los muchos miles de años que dura el período de transición del mono al hombre, sólo pudieron ser, en un principio, funciones sumamente sencillas. Los salvajes más primitivos, incluso aquellos en los que [68] puede presumirse el retorno a un estado más próximo a la animalidad, con una degeneración física simultánea, son muy superiores a aquellos seres del período de transición. Antes de que el primer trozo de sílex hubiese sido convertido en cuchillo por la mano del hombre, debió haber pasado un período de tiempo tan largo que, en comparación con él, el período histórico conocido por nosotros resulta insignificante.

Pero se había dado ya el paso decisivo: la mano era libre y podía adquirir ahora cada vez más destreza y habilidad; y ésta mayor flexibilidad adquirida se transmitía por herencia y se acrecía de generación en generación.

Vemos, pues, que la mano no es sólo el órgano del trabajo; es también producto de él.

Unicamente por el trabajo, por la adaptación a nuevas y nuevas funciones, por la transmisión hereditaria del perfeccionamiento especial así adquirido por los músculos, los ligamentos y, en un período más largo, también por los huesos, y por la aplicación siempre renovada de estas habilidades heredadas a funciones nuevas y cada vez más complejas, ha sido como la mano del hombre ha alcanzado ese grado de perfección que la ha hecho capaz de dar vida, como por arte de magia, a los cuadros de Rafael, a las estatuas de Thorwaldsen y a la música de Paganini.

Pero la mano no era algo con existencia propia e independiente. Era únicamente un miembro de un organismo entero y sumamente complejo. Y lo que beneficiaba a la mano beneficiaba también a todo el cuerpo servido por ella; y lo beneficiaba en dos aspectos.

Primeramente, en virtud de la ley que Darwin llamó de la correlación del crecimiento.

Según ésta ley, ciertas formas de las distintas partes de los seres orgánicos siempre están ligadas a determinadas formas de otras partes, que aparentemente no tienen ninguna relación con las primeras.

Así, todos los animales que poseen glóbulos rojos sin núcleo y cuyo occipital está articulado con la primera vértebra por medio de dos cóndilos, poseen, sin excepción, glándulas mamarias para la alimentación de sus crías. Así también, la pezuña hendida de ciertos mamíferos va ligada por regla general a la presencia de un estómago multilocular adaptado a la rumia.

Las modificaciones experimentadas por ciertas formas provocan cambios en la forma de otras partes del organismo, sin que estemos en condiciones de explicar tal conexión.

Los gatos totalmente blancos y de ojos azules son siempre o casi siempre sordos.

El perfeccionamiento gradual de la mano del hombre y la adaptación concomitante de los pies a la marcha en posición erecta repercutieron indudablemente, en virtud de dicha correlación, sobre otras partes del organismo. [69]

Sin embargo, ésta acción aún está tan poco estudiada que aquí no podemos más que señalarla en términos generales.

Mucho más importante es la reacción directa —posible de demostrar— del desarrollo de la mano sobre el resto del organismo. Como ya hemos dicho, nuestros antepasados simiescos eran animales que vivían en manadas; evidentemente, no es posible buscar el origen del hombre, el más social de los animales, en unos antepasados inmediatos que no viviesen congregados.

Con cada nuevo progreso, el dominio sobre la naturaleza, que comenzara por el desarrollo de la mano, con el trabajo, iba ampliando los horizontes del hombre, haciéndole descubrir constantemente en los objetos nuevas propiedades hasta entonces desconocidas.

Por otra parte, el desarrollo del trabajo, al multiplicar los casos de ayuda mutua y de actividad conjunta, y al mostrar así las ventajas de ésta actividad conjunta para cada individuo, tenía que contribuir forzosamente a agrupar aún más a los miembros de la sociedad.

En resumen, los hombres en formación llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de decirse algo los unos a los otros.

La necesidad creó el órgano: la laringe poco desarrollada del mono se fue transformando, lenta pero firmemente, mediante modulaciones que producían a su vez modulaciones más perfectas, mientras los órganos de la boca aprendían poco a poco a pronunciar un sonido articulado tras otro.

La comparación con los animales nos muestra que ésta explicación del origen del lenguaje a partir del trabajo y con el trabajo es la única acertada.

Lo poco que los animales, incluso los más desarrollados, tienen que comunicarse los unos a los otros puede ser transmitido sin el concurso de la palabra articulada.

Ningún animal en estado salvaje se siente perjudicado por su incapacidad de hablar o de comprender el lenguaje humano.

Pero la situación cambia por completo cuando el animal ha sido domesticado por el hombre.

El contacto con el hombre ha desarrollado en el perro y en el caballo un oído tan sensible al lenguaje articulado, que estos animales pueden, dentro del marco de sus representaciones, llegar a comprender cualquier idioma.

Además, pueden llegar a adquirir sentimientos desconocidos antes por ellos, como son el apego al hombre, el sentimiento de gratitud, etc.

Quien conozca bien a estos animales, difícilmente podrá escapar a la convicción de que, en muchos casos, ésta incapacidad de hablar es experimentada ahora por ellos como un defecto.

Desgraciadamente, este defecto no tiene remedio, pues sus órganos vocales se hallan demasiado especializados en determinada dirección. Sin embargo, cuando existe un órgano apropiado, ésta incapacidad puede ser superada dentro de ciertos límites.

Los órganos bucales de las aves se distinguen en forma radical de los del hombre, y, sin embargo, [70] las aves son los únicos animales que pueden aprender a hablar; y el ave de voz más repulsiva, el loro, es la que mejor habla. Y no importa que se nos objete diciéndonos que el loro no entiende lo que dice. Claro está que por el solo gusto de hablar y por sociabilidad con los hombres el loro puede estar repitiendo horas y horas todo su vocabulario. Pero, dentro del marco de sus representaciones, puede también llegar a comprender lo que dice. Enseñad a un loro a decir palabrotas, de modo que llegue a tener una idea de su significación (una de las distracciones favoritas de los marineros que regresan de las zonas cálidas), y veréis muy pronto que en cuanto lo irritáis hace uso de esas palabrotas con la misma corrección que cualquier verdulera de Berlín. Y lo mismo ocurre con la petición de golosinas.

Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue transformando gradualmente en cerebro humano, que, a pesar de toda su similitud, lo supera considerablemente en tamaño y en perfección.

Y a medida que se desarrollaba el cerebro, desarrollábanse también sus instrumentos más inmediatos: los órganos de los sentidos.

De la misma manera que el desarrollo gradual del lenguaje va necesariamente acompañado del correspondiente perfeccionamiento del órgano del oído, así también el desarrollo general del cerebro va ligado al perfeccionamiento de todos los órganos de los sentidos.

La vista del águila tiene mucho más alcance que la del hombre, pero el ojo humano percibe en las cosas muchos más detalles que el ojo del águila. El perro tiene un olfato mucho más fino que el hombre, pero no puede captar ni la centésima parte de los olores que sirven a éste de signos para diferenciar cosas distintas.

Y el sentido del tacto, que el mono posee a duras penas en la forma más tosca y primitiva, se ha ido desarrollando únicamente con el desarrollo de la propia mano del hombre, a través del trabajo.

El desarrollo del cerebro y de los sentidos a su servicio, la creciente claridad de conciencia, la capacidad de abstracción y de discernimiento cada vez mayores, reaccionaron a su vez sobre el trabajo y la palabra, estimulando más y más su desarrollo.

Cuando el hombre se separa definitivamente del mono, este desarrollo no cesa ni mucho menos, sino que continúa, en distinto grado y en distintas direcciones entre los distintos pueblos y en las diferentes épocas, interrumpido incluso a veces por regresiones de carácter local o temporal, pero avanzando en su conjunto a grandes pasos, considerablemente impulsado y, a la vez, orientado en un sentido más preciso por un nuevo elemento que surge con la aparición del hombre acabado: la sociedad.

Seguramente hubieron de pasar centenares de miles de años [71] —que en la historia de la Tierra tienen menos importancia que un segundo en la vida de un hombre [*]— antes de que la sociedad humana surgiese de aquellas manadas de monos que trepaban por los árboles. Pero, al fin y al cabo, surgió.

¿Y qué es lo que volvemos a encontrar como signo distintivo entre la manada de monos y la sociedad humana? Otra vez el trabajo.

La manada de monos se contentaba con devorar los alimentos de un área que determinaban las condiciones geográficas o la resistencia de las manadas vecinas. Trasladábase de un lugar a otro y entablaba luchas con otras manadas para conquistar nuevas zonas de alimentación: pero era incapaz de extraer de estas zonas más de lo que la naturaleza buenamente le ofrecía, si exceptuamos la acción inconsciente de la manada, al abonar el suelo con sus excrementos. Cuando fueron ocupadas todas las zonas capaces de proporcionar alimento, el crecimiento de la población simiesca fue ya imposible; en el mejor de los casos el número de sus animales podía mantenerse al mismo nivel.

Pero todos los animales son unos grandes despilfarradores de alimentos; además, con frecuencia destruyen en germen la nueva generación de reservas alimenticias.

A diferencia del cazador, el lobo no respeta la cabra montés que habría de proporcionarle cabritos al año siguiente; las cabras de Grecia, que devoran los jóvenes arbustos antes de que puedan desarrollarse, han dejado desnudas todas las montañas del país.

Esta «explotación rapaz» llevada a cabo por los animales desempeña un gran papel en la transformación gradual de las especies, al obligarlas a adaptarse a unos alimentos que no son los habituales para ellas, con lo que cambia la composición química de su sangre y se modifica poco a poco toda la constitución física del animal; las especies ya plasmadas desaparecen.

No cabe duda de que ésta explotación rapaz contribuyó en alto grado a la humanización de nuestros antepasados, pues amplió el número de plantas y las partes de éstas utilizadas en la alimentación por aquella raza de monos que superaba con ventaja a todas las demás en inteligencia y en capacidad de adaptación.

En una palabra, la alimentación, cada vez más variada, aportaba al organismo nuevas y nuevas substancias, con lo que fueron creadas las condiciones químicas para la transformación de estos monos en seres humanos.

Pero todo esto no era trabajo en el verdadero sentido de la palabra.

El trabajo comienza con la elaboración de instrumentos.

¿Y qué son los instrumentos más antiguos, si juzgamos por los restos que nos han llegado del hombre prehistórico, por el género de vida de los pueblos más antiguos que [72] registra la historia, así como por el de los salvajes actuales más primitivos? Son instrumentos de caza y de pesca; los primeros utilizados también como armas.

Pero la caza y la pesca suponen el tránsito de la alimentación exclusivamente vegetal a la alimentación mixta, lo que significa un nuevo paso de suma importancia en la transformación del mono en hombre.

El consumo de carne ofreció al organismo, en forma casi acabada, los ingredientes más esenciales para su metabolismo.

Con ello acortó el proceso de la digestión y otros procesos de la vida vegetativa del organismo (es decir, los procesos análogos a los de la vida de los vegetales), ahorrando así tiempo, materiales y estímulos para que pudiera manifestarse activamente la vida propiamente animal. Y cuanto más se alejaba el hombre en formación del reino vegetal, más se elevaba sobre los animales. De la misma manera que el hábito a la alimentación mixta convirtió al gato y al perro salvajes en servidores del hombre, así también el hábito a combinar la carne con la dieta vegetal contribuyó poderosamente a dar fuerza física e independencia al hombre en formación.

Pero donde más se manifestó la influencia de la dieta cárnea fue en el cerebro, que recibió así en mucha mayor cantidad que antes las substancias necesarias para su alimentación y desarrollo, con lo que su perfeccionamiento fue haciéndose mayor y más rápido de generación en generación.

Debemos reconocer —y perdonen los señores vegetarianos— que no ha sido sin el consumo de la carne como el hombre ha llegado a ser hombre; y el hecho de que, en una u otra época de la historia de todos los pueblos conocidos, el empleo de la carne en la alimentación haya llevado al canibalismo (aún en el siglo X, los antepasados de los berlineses, los veletabos o vilzes, solían devorar a sus progenitores) es una cuestión que no tiene hoy para nosotros la menor importancia.

El consumo de carne en la alimentación significó dos nuevos avances de importancia decisiva: el uso del fuego y la domesticación de animales.

El primero redujo aún más el proceso de la digestión, ya que permitía llevar a la boca comida, como si dijéramos, medio digerida; el segundo multiplicó las reservas de carne, pues ahora, a la par con la caza, proporcionaba una nueva fuente para obtenerla en forma más regular.

La domesticación de animales también proporcionó, con la leche y sus derivados, un nuevo alimento, que en cuanto a composición era por lo menos del mismo valor que la carne. Así, pues, estos dos adelantos se convirtieron directamente para el hombre en nuevos medios de emancipación. No podemos detenernos aquí a examinar en detalle sus consecuencias indirectas, a pesar de toda la importancia que hayan podido tener para el desarrollo del hombre y de la sociedad, pues tal examen nos apartaría demasiado de nuestro tema.

[73]

El hombre, que había aprendido a comer todo lo comestible, aprendió también, de la misma manera, a vivir en cualquier clima.

Se extendió por toda la superficie habitable de la Tierra siendo el único animal capaz de hacerlo por propia iniciativa.

Los demás animales que se han adaptado a todos los climas —los animales domésticos y los insectos parásitos— no lo lograron por sí solos, sino únicamente siguiendo al hombre. Y el paso del clima uniformemente cálido de la patria original, a zonas más frías donde el año se dividía en verano e invierno, creó nuevas necesidades, al obligar al hombre a buscar habitación y a cubrir su cuerpo para protegerse del frío y de la humedad. Así surgieron nuevas esferas de trabajo y, con ellas, nuevas actividades que fueron apartando más y más al hombre de los animales.

Gracias a la cooperación de la mano, de los órganos del lenguaje y del cerebro, no sólo en cada individuo, sino también en la sociedad, los hombres fueron aprendiendo a ejecutar operaciones cada vez más complicadas, a plantearse y a alcanzar objetivos cada vez más elevados.

El trabajo mismo se diversificaba y perfeccionaba de generación en generación extendiéndose cada vez a nuevas actividades.

A la caza y a la ganadería vino a sumarse la agricultura, y más tarde el hilado y el tejido, el trabajo de los metales, la alfarería y la navegación.

Al lado del comercio y de los oficios aparecieron, finalmente, las artes y las ciencias; de las tribus salieron las naciones y los Estados.

Se desarrollaron el Derecho y la Política, y con ellos el reflejo fantástico de las cosas humanas en la mente del hombre: la religión.

Frente a todas estas creaciones, que se manifestaban en primer término como productos del cerebro y parecían dominar las sociedades humanas, las producciones más modestas, fruto del trabajo de la mano, quedaron relegadas a segundo plano, tanto más cuanto que en una fase muy temprana del desarrollo de la sociedad (por ejemplo, ya en la familia primitiva), la cabeza que planeaba el trabajo era ya capaz de obligar a manos ajenas a realizar el trabajo proyectado por ella.

El rápido progreso de la civilización fue atribuído exclusivamente a la cabeza, al desarrollo y a la actividad del cerebro.

Los hombres se acostumbraron a explicar sus actos por sus pensamientos, en lugar de buscar ésta explicación en sus necesidades (reflejadas, naturalmente, en la cabeza del hombre, que así cobra conciencia de ellas).

Así fue cómo, con el transcurso del tiempo, surgió esa concepción idealista del mundo que ha dominado el cerebro de los hombres, sobre todo desde la desaparición del mundo antiguo, y que todavía lo sigue dominando hasta el punto de que incluso los naturalistas de la escuela darviniana más allegados al materialismo son aún incapaces de formarse una idea clara acerca del origen del hombre, pues esa misma [74] influencia idealista les impide ver el papel desempeñado aquí por el trabajo.

Los animales, como ya hemos indicado de pasada, también modifican con su actividad la naturaleza exterior, aunque no en el mismo grado que el hombre; y estas modificaciones provocadas por ellos en el medio ambiente repercuten, como hemos visto, en sus originadores, modificándolos a su vez.

En la naturaleza nada ocurre en forma aislada.

Cada fenómeno afecta a otro y es, a su vez, influenciado por éste; y es generalmente el olvido de este movimiento y de ésta interacción universal lo que impide a nuestros naturalistas percibir con claridad las cosas más simples. Ya hemos visto cómo las cabras han impedido la repoblación de los bosques en Grecia; en Santa Elena, las cabras y los cerdos desembarcados por los primeros navegantes llegados a la isla exterminaron casi por completo la vegetación allí existente, con lo que prepararon el suelo para que pudieran multiplicarse las plantas llevadas más tarde por otros navegantes y colonizadores. Pero la influencia duradera de los animales sobre la naturaleza que los rodea es completamente involuntaria y constituye, por lo que a los animales se refiere, un hecho accidental.

Pero cuanto más se alejan los hombres de los animales, más adquiere su influencia sobre la naturaleza el carácter de una acción intencional y planeada, cuyo fin es lograr objetivos proyectados de antemano.

Los animales destrozan la vegetación del lugar sin darse cuenta de lo que hacen. Los hombres, en cambio, cuando destruyen la vegetación lo hacen con el fin de utilizar la superficie que queda libre para sembrar cereales, plantar árboles o cultivar la vid, conscientes de que la cosecha que obtengan superará varias veces lo sembrado por ellos. El hombre traslada de un país a otro plantas útiles y animales domésticos modificando así la flora y la fauna de continentes enteros.

Más aún; las plantas y los animales, cultivadas aquéllas y criados éstos en condiciones artificiales, sufren tales modificaciones bajo la influencia de la mano del hombre que se vuelven irreconocibles.

Hasta hoy día no han sido hallados aún los antepasados silvestres de nuestros cultivos cerealistas. Aún no ha sido resuelta la cuestión de saber cuál es el animal que ha dado origen a nuestros perros actuales, tan distintos unos de otros, o a las actuales razas de caballos, también tan numerosas.

Por lo demás, de suyo se comprende que no tenemos la intención de negar a los animales la facultad de actuar en forma planificada, de un modo premeditado.

Por el contrario, la acción planificada existe en germen dondequiera que el protoplasma —la albúmina viva— exista y reaccione, es decir, realice determinados movimientos, aunque sean los más simples, en respuesta a [75] determinados estímulos del exterior. Esta reacción se produce, no digamos ya en la célula nerviosa, sino incluso cuando aún no hay célula de ninguna clase. El acto mediante el cual las plantas insectívoras se apoderan de su presa, aparece también, hasta cierto punto, como un acto planeado, aunque se realice de un modo totalmente inconsciente.

La facultad de realizar actos conscientes y premeditados se desarrolla en los animales en correspondencia con el desarrollo del sistema nervioso, y adquiere ya en los mamíferos un nivel bastante elevado.

Durante la caza inglesa de la zorra puede observarse siempre la infalibilidad con que la zorra utiliza su perfecto conocimiento del lugar para ocultarse a sus perseguidores, y lo bien que conoce y sabe aprovechar todas las ventajas del terreno para despistarlos. Entre nuestros animales domésticos, que han llegado a un grado más alto de desarrollo gracias a su convivencia con el hombre, pueden observarse a diario actos de astucia, equiparables a los de los niños, pues lo mismo que el desarrollo del embrión humano en el claustro materno es una repetición abreviada de toda la historia del desarrollo físico seguido a través de millones de años por nuestros antepasados del reino animal, a partir del gusano, así también el desarrollo mental del niño representa una repetición, aún más abreviada, del desarrollo intelectual de esos mismos antepasados, en todo caso de los menos remotos.

Pero ni un solo acto planificado de ningún animal ha podido imprimir en la naturaleza el sello de su voluntad. Sólo el hombre ha podido hacerlo.

Resumiendo: lo único que pueden hacer los animales es utilizar la naturaleza exterior y modificarla por el mero hecho de su presencia en ella.

El hombre, en cambio, modifica la naturaleza y la obliga así a servirle, la domina.

Y ésta es, en última instancia, la diferencia esencial que existe entre el hombre y los demás animales, diferencia que, una vez más, viene a ser efecto del trabajo [*].


Sin embargo, no nos dejemos llevar del entusiasmo ante nuestras victorias sobre la naturaleza. Después de cada una de estas victorias, la naturaleza toma su venganza. Bien es verdad que las primeras consecuencias de estas victorias son las previstas por nosotros, pero en segundo y en tercer lugar aparecen unas consecuencias muy distintas, totalmente imprevistas y que, a menudo, anulan las primeras. Los hombres que en Mesopotamia, Grecia, Asia Menor y otras regiones talaban los bosques para obtener tierra de labor, ni siquiera podían imaginarse que, al eliminar con los bosques los centros de acumulación y reserva de humedad, [76] estaban sentando las bases de la actual aridez de esas tierras.

Los italianos de los Alpes, que talaron en las laderas meridionales los bosques de pinos, conservados con tanto celo en las laderas septentrionales, no tenían ni idead de que con ello destruían las raíces de la industria lechera en su región; y mucho menos podían prever que, al proceder así, dejaban la mayor parte del año sin agua sus fuentes de montaña, con lo que les permitían, al llegar el período de las lluvias, vomitar con tanta mayor furia sus torrentes sobre la planicie.

Los que difundieron el cultivo de la patata en Europa no sabían que con este tubérculo farináceo difundían a la vez la escrofulosis. Así, a cada paso, los hechos nos recuerdan que nuestro dominio sobre la naturaleza no se parece en nada al dominio de un conquistador sobre el pueblo conquistado, que no es el dominio de alguien situado fuera de la naturaleza, sino que nosotros, por nuestra carne, nuestra sangre y nuestro cerebro, pertenecemos a la naturaleza, nos encontramos en su seno, y todo nuestro dominio sobre ella consiste en que, a diferencia de los demás seres, somos capaces de conocer sus leyes y de aplicarlas adecuadamente.

En efecto, cada día aprendemos a comprender mejor las leyes de la naturaleza y a conocer tanto los efectos inmediatos como las consecuencias remotas de nuestra intromisión en el curso natural de su desarrollo. Sobre todo después de los grandes progresos logrados en este siglo por las Ciencias Naturales, nos hallamos en condiciones de prever, y, por tanto, de controlar cada vez mejor las remotas consecuencias naturales de nuestros actos en la producción, por lo menos de los más corrientes.

Y cuanto más sea esto una realidad, más sentirán y comprenderán los hombres su unidad con la naturaleza, y más inconcebible será esa idea absurda y antinatural de la antítesis entre el espíritu y la materia, el hombre y la naturaleza, el alma y el cuerpo, idea que empieza a difundirse por Europa a raíz de la decadencia de la antigüedad clásica y que adquiere su máximo desenvolvimiento en el cristianismo.

Mas, si han sido precisos miles de años para que el hombre aprendiera en cierto grado a prever las remotas consecuencias naturales de sus actos dirigidos a la producción, mucho más le costó aprender a calcular las remotas consecuencias sociales de esos mismos actos.

Ya hemos hablado más arriba de la patata y de sus consecuencias en cuanto a la difusión de la escrofulosis: Pero, ¿qué importancia puede tener la escrofulosis comparada con los efectos que sobre las condiciones de vida de las masas del pueblo de países enteros ha tenido la reducción de la dieta de los trabajadores a simples patatas, con el hambre que se extendió [77] en 1847 por Irlanda a consecuencia de una enfermedad de este tubérculo, y que llevó a la tumba a un millón de irlandeses que se alimentaban exclusivamente o casi exclusivamente de patatas y obligó a emigrar allende el océano a otros dos millones?

Cuando los árabes aprendieron a destilar el alcohol, ni siquiera se les ocurrió pensar que habían creado una de las armas principales con que habría de ser exterminada la población indígena del continente americano, aún desconocido, en aquel entonces. Y cuando Colón descubrió más tarde América, no sabía que a la vez daba nueva vida a la esclavitud, desaparecida desde hacía mucho tiempo en Europa, y sentaba las bases de la trata de negros.

Los hombres que en los siglos XVII y XVIII trabajaron para crear la máquina de vapor, no sospechaban que estaban creando un instrumento que habría de subvertir, más que ningún otro, las condiciones sociales en todo el mundo, y que, sobre todo en Europa, al concentrar la riqueza en manos de una minoría y al privar de toda propiedad a la inmensa mayoría de la población, habría de proporcionar primero el dominio social y político a la burguesía y provocar después la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado, lucha que sólo puede terminar con el derrocamiento de la burguesía y la abolición de todos los antagonismos de clase.

Pero también aquí, aprovechando una experiencia larga, y a veces cruel, confrontando y analizando los materiales proporcionados por la historia, vamos aprendiendo poco a poco a conocer las consecuencias sociales indirectas y más remotas de nuestros actos en la producción, lo que nos permite extender también a estas consecuencias nuestro dominio y nuestro control.

Sin embargo, para llevar a cabo este control se requiere algo más que el simple conocimiento. Hace falta una revolución que transforme por completo el modo de producción existente hasta hoy día y, con él, el orden social vigente.

Todos los modos de producción que han existido hasta el presente sólo buscaban el efecto útil del trabajo en su forma más directa e inmediata.

No hacían el menor caso de las consecuencias remotas, que sólo aparecen más tarde y cuyo efecto se manifiesta únicamente gracias a un proceso de repetición y acumulación gradual.

La primitiva propiedad comunal de la tierra correspondía, por un lado, a un estado de desarrollo de los hombres en el que el horizonte de éstos quedaba limitado, por lo general, a las cosas más inmediatas, y presuponía, por otro lado, cierto excedente de tierras libres, que ofrecía cierto margen para neutralizar los posibles resultados adversos de ésta economía positiva. Al agotarse el excedente de tierras libres, comenzó la decadencia de la propiedad comunal.

Todas las formas más elevadas de producción [78] que vinieron después condujeron a la división de la población en clases diferentes y, por tanto, al antagonismo entre las clases dominantes y las clases oprimidas.

En consecuencia, los intereses de las clases dominantes se convirtieron en el elemento propulsor de la producción, en cuanto ésta no se limitaba a mantener bien que mal la mísera existencia de los oprimidos.

Donde esto halla su expresión más acabada es en el modo de producción capitalista que prevalece hoy en la Europa Occidental.

Los capitalistas individuales, que dominan la producción y el cambio, sólo pueden ocuparse de la utilidad más inmediata de sus actos. Más aún; incluso ésta misma utilidad —por cuanto se trata de la utilidad de la mercancía producida o cambiada— pasa por completo a segundo plano, apareciendo como único incentivo la ganancia obtenida en la venta.


* * *

La ciencia social de la burguesía, la Economía Política clásica, sólo se ocupa preferentemente de aquellas consecuencias sociales que constituyen el objetivo inmediato de los actos realizados por los hombres en la producción y el cambio. Esto corresponde plenamente al régimen social cuya expresión teórica es esa ciencia. Por cuanto los capitalistas aislados producen o cambian con el único fin de obtener beneficios inmediatos, sólo pueden ser tenidos en cuenta, primeramente, los resultados más próximos y más inmediatos.

Cuando un industrial o un comerciante vende la mercancía producida o comprada por él y obtiene la ganancia habitual, se da por satisfecho y no le interesa lo más mínimo lo que pueda ocurrir después con esa mercancía y su comprador.

Igual ocurre con las consecuencias naturales de esas mismas acciones. Cuando en Cuba los plantadores españoles quemaban los bosques en las laderas de las montañas para obtener con la ceniza un abono que sólo les alcanzaba para fertilizar una generación de cafetos de alto rendimiento, ¡poco les importaba que las lluvias torrenciales de los trópicos barriesen la capa vegetal del suelo, privada de la protección de los árboles, y no dejasen tras sí más que rocas desnudas!

Con el actual modo de producción, y por lo que respecta tanto a las consecuencias naturales como a las consecuencias sociales de los actos realizados por los hombres, lo que interesa preferentemente son sólo los primeros resultados, los más palpables.

Y luego hasta se manifiesta extrañeza de que las consecuencias remotas de las acciones que perseguían esos fines resulten ser muy distintas y, en la mayoría de los casos, hasta diametralmente opuestas; de que la armonía entre la oferta y la demanda se convierta en su antípoda, como nos lo demuestra [79] el curso de cada uno de esos ciclos industriales de diez años, y como han podido convencerse de ello los que con el «crac» [3] han vivido en Alemania un pequeño preludio; de que la propiedad privada basada en el trabajo de uno mismo se convierta necesariamente, al desarrollarse, en la desposesión de los trabajadores de toda propiedad, mientras toda la riqueza se concentra más y más en manos de los que no trabajan; de que [...] [*]

Escrito por Engels en 1876. Se publica de acuerdo con el manuscrito.

Publicado por primera vez en la revista "Die Neue Zeit", Bd. 2, Traducido del alemán. Nº 44, 1895-1896.

NOTAS
[1]
43 El presente artículo fue ideado inicialmente como introducción a un trabajo más extenso denominado "Tres formas fundamentales de esclavización". Pero, visto que el propósito no se cumplía, Engels acabó por dar a la introducción el título "El papel del trabajo en el proceso de transformación del mono en hombre". Engels explica en ella el papel decisivo del trabajo, de la producción de instrumentos, en la formación del tipo físico del hombre y la formación de la sociedad humana, mostrando que, a partir de un antepasado parecido al mono, como resultado de un largo proceso histórico, se desarrolló un ser cualitativamente distinto, el hombre. Lo más probable es que el artículo haya sido escrito en junio de 1876.- 66

[2] 44 Véase el libro de C. Darwin "The Descent of Man and Selection in Relation to Sex" («El origen del hombre y la selección sexual»), publicado en Londres en 1871.- 66

[*] Sir William Thomson, autoridad de primer orden en la materia calculó que ha debido transcurrir poco más de cien millones de años desde el momento en que la Tierra se enfrió lo suficiente para que en ella pudieran vivir las plantas y los animales. (Nota de Engels).

[*] Acotación al margen: «Ennoblecimiento».

[3] 45 Trátase de la crisis económica mundial de 1873. En Alemania, la crisis comenzó con una «grandiosa bancarrota» en mayo de 1873, preludio de la crisis que duró hasta fines de los años 70.- 79, 88, 438

[*] Aquí se interrumpe el manuscrito. (N. de la Edit.).
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martes, marzo 31, 2009

Cuestionario Guía (I)

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Un cuestionario guía para el estudio de algunos conceptos de Economía Política y del aporte de Aristóteles y los Fisiócratas (I).

1. Ciencia que trata de la producción de la riqueza social, de su distribución entre clases sociales en relación con el funcionamiento del Estado:

2. Cuatro elementos que componen un análisis de Economía Política:

3. Definición de Aristóteles para la Administración del Patrimonio refiriendo las raíces etimológicas griegas:

4. Clases sociales según los fisiócratas:

5. Según los fisiócratas, la clase que no añade más que el mismo valor que consume en forma de alimentos y medios de vida que le son suministrados por otra clase social:

6. Tres suposiciones previas en la Tabla Económica de Quesnay (1758):

7. Defina circulación imperfecta según los fisiócratas:

8. Ponga un ejemplo breve de la circulación imperfecta según los fisiócratas:

9. Las grandes escuelas de economía política se dividen principalmente en dos paradigmas:

10. Diga si es cierta o falsa esta afirmación: para Aristóteles la guerra es medio natural de adquirir.
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viernes, marzo 13, 2009

Economía Organizacional

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Un esbozo de raíces de Economía Política en esta nueva aplicación de la Ciencia:

http://www.icesi.edu.co/ret/documentos/Ponencias%20pdf/326.pdf
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miércoles, marzo 11, 2009

Breve Historia de la Teoría de los Juegos

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Las negrillas y separación de algunos párrafos son nuestros.
Tomado de:

http://es.wikipedia.org/wiki/Teoría_de_juegos

La primera discusión conocida de la teoría de juegos aparece en una carta escrita por James Waldegrave en 1713. En esta carta, Waldegrave proporciona una solución minimax de estrategia mixta a una versión para dos personas del juego de cartas le Her.

Sin embargo no se publicó un análisis teórico de teoría de juegos en general hasta la publicación de Recherches sur les príncipes mathématiques de la théorie des richesses, de Antoine Augustin Cournot en 1838. En este trabajo, Cournot considera un duopolio y presenta una solución que es una versión restringida del equilibrio de Nash.

Aunque el análisis de Cournot es más general que el de Waldegrave, la teoría de juegos realmente no existió como campo de estudio aparte hasta que John von Neumann publicó una serie de artículos en 1928. Estos resultados fueron ampliados más tarde en su libro de 1944, The Theory of Games and Economic Behavior, escrito junto con Oskar Morgenstern.

Este trabajo contiene un método para encontrar soluciones óptimas para juegos de suma cero de dos personas. Durante este período, el trabajo sobre teoría de juegos se centró, sobre todo, en teoría de juegos cooperativos. Este tipo de teoría de juegos analiza las estrategias óptimas para grupos de individuos, asumiendo que pueden establecer acuerdos entre sí acerca de las estrategias más apropiadas.

En 1950, aparecieron las primeras discusiones del dilema del prisionero, y se emprendió un experimento acerca de este juego en la corporación RAND.

Alrededor de esta misma época, John Nash desarrolló una definición de una estrategia óptima para juegos de múltiples jugadores donde el óptimo no se había definido previamente, conocido como equilibrio de Nash. Este equilibrio es suficientemente general, permitiendo el análisis de juegos no cooperativos además de los juegos cooperativos.

La teoría de juegos experimentó una notable actividad en la década de 1950, momento en el cual los conceptos base, el juego de forma extensiva, el juego ficticio, los juegos repetitivos, y el valor de Shapley fueron desarrollados. Además, en ese tiempo, aparecieron las primeras aplicaciones de la teoría de juegos en la filosofía y las ciencias políticas.

En 1965, Reinhard Selten introdujo su concepto de solución de los equilibrios perfectos del subjuego, que más adelante refinó el equilibrio de Nash.

En 1967 John Harsanyi desarrolló los conceptos de la información completa y de los juegos bayesianos. Él, junto con John Nash y Reinhard Selten, ganaron el Premio Nobel de Economía en 1994.

En la década de 1970 la teoría de juegos se aplicó extensamente a la biología, en gran parte como resultado del trabajo de John Maynard Smith y su concepto estrategia estable evolutiva. Además, los conceptos del equilibrio correlacionado, la perfección del temblor de la mano, y del conocimiento común fueron introducidos y analizados.[5]

En 2005, los teóricos de juegos Thomas Schelling y Robert Aumann ganaron el premio Nobel de Economía. Schelling trabajó en modelos dinámicos, los primeros ejemplos de la teoría de juegos evolutiva. Por su parte, Aumann contribuyó más a la escuela del equilibrio.

En el 2007, Roger Myerson, junto con Leonid Hurwicz y Eric Maskin, recibieron el premio Nobel de Economía por "sentar las bases de la teoría de diseño de mecanismos."
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Mercantilismo

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Las negrillas y separación de algunos párrafos son nuestros.

Tomado de:

http://www.mgar.net/var/mercant.htm

Mercantilismo:

Aunque es a partir del siglo XVI cuando aparecen las primeras teorías económicas que dan forma a la doctrina mercantilista, no es hasta fines del siglo XVII cuando se puede hablar con propiedad y toma cuerpo de doctrina económica el mercantilismo entendido como enriquecimiento de las naciones mediante acumulación de metales preciosos.

Los rasgos esenciales del mercantilismo son:

1. La esencia de la actividad económica se centra en la adquisición de monedas y metales de oro y plata como única forma de enriquecerse el Estado.

2. El mercantilismo es centralista al considerar que es el propio Estado el que debe organizar y programar la adquisición de metales preciosos.

3. Con el mercantilismo aparece por primera vez el concepto de balanza comercial, ya que los países se ven forzados a desarrollar al máximo las exportaciones de productos pagaderos en oro y plata y reducir en lo posible las importaciones que supongan pagos en este tipo de moneda. El mercantilismo propicia una balanza comercial constantemente favorable.


Esta doctrina implica una gran dedicación al marco legal que regula la producción y el comercio, como vías de conseguir una óptima organización que lo facilite: desarrollo de la infraestructura del país, comunicaciones, puertos, desarrollos de mercados exteriores que absorban exportaciones, etc.

A lo largo de los siglos XVII y XVIII en los que se desarrolla esta doctrina económica, el mercantilismo se presenta con matices y modalidades distintas según los países o las épocas.

El mercantilismo español se basó más que en un actividad puramente exportadora en la defensa de los metales preciosos que entraban a España procedentes de América, atesorándolos en forma de lingotes básicamente.

El mercantilismo francés es muy diferente al español, al carecer Francia de minas de oro y plata, por lo que ésta intenta adquirirlos en los mercados exteriores.

Colbert (1619-1683), ministro de Luis XIV, institucionalizó la exportación de productos franceses para crear oro y a cuyos efectos desarrolló de forma muy importante la industria gala. Por ello, el mercantilismo francés es conocido por colbertismo.

Colbert consiguió el progreso de Nueva Francia (Canadá) y convirtió este territorio en el almacén de trigo de Francia. Hasta entonces la penetración francesa en las orillas del río San Lorenzo había sido poco intensa.

(Nota biográfica de Colbert)

Jean Baptiste Colbert (Reims 1619-París 1683): Pertenecía a una familia de comerciantes textiles. Fue intendente de la fortuna personal de Mazarino y durante la Fronda, intermediario entre éste y la reina.

Trabajaba dieciséis horas diarias.

Reprochaba en vano a Luis XIV los dispendios de Versalles. Mme. De Sevigné lo llamaba por su frialdad "el Norte".

Creó la contabilidad pública moderna, obligando a llevar un libro de entradas, otro de salidas y un tercero de fondos.

(...)

No tenía el menor interés en enriquecer al pueblo.

El Estado creaba industrias para proveer el mercado interno. Protegía empresas particulares e impulsaba la creación de otras. Con créditos, franquicias para determinados impuestos, subvenciones, reducción de los intereses de préstamo al 5%, libertad para despedir trabajadores, etc.

Quebrantó la rigidez del corporativo sistema laboral francés de la época. Favoreció el aumento de la población para disponer de mayor cantidad de mano de obra. Concedió la exención tributaria temporal a las familias con más de diez hijos y a los que se casan jóvenes. Prohibió la emigración de obreros y procuró atraer a oficiales extranjeros con sus familias, aprendices y herramientas.

Creó manufacturas reales, empresas con producción controlada por el Estado donde se imparten enseñanzas técnicas. Intendentes e inspectores fijan precios y analizan calidades.

(...) Protegió el comercio interior de la competencia extranjera.

En 1664 y 1667 se decretó un aumento de las aduanas de puertos: los holandeses, máximos perjudicados, adoptaron idéntica medida sobre las mercancías francesas que se repartían mundialmente desde Amsterdam.

Colbert decidió prescindir de este intermediario y planeó la construcción de una flota mercante y de guerra suficiente (se pasó de 18 buques en 1661 a 276 en 1683), mediante subvenciones.

Los empresarios que adquiriesen naves extranjeras cobrarían 2,5 libras por cada tonelada de su capacidad; pero si la construían en su propio país, el premio sería de 5 libras.

Se fundaron Compañías Comerciales al estilo inglés y holandés: Compañías de las Indias Orientales, Occidentales, del Senegal, del Levante y del Norte, cuyo éxito no duró más que la vida de Colbert. Francia en realidad no sentía el empuje colonial de sus vecinos. Los tributos constituían una pieza fundamental.

Los privilegiados no pagaban impuestos directos sobre la renta (talla). Sólo los campesinos tributaban. Constituían el 90% de la población (17 ó 18 millones). Dedicaban al menos 30 días al año a las obras públicas del Estado como caminos y acequias y otros 30 a su respectiva jurisdicción señorial. Colbert ejercía un control directo sobre los nombramientos en el ejército y la Administración.

(Mercantilismo Diferenciado)

El mercantilismo inglés y francés es una forma mercantilista mucho más comercial que las anteriores, ya que primero Holanda, a finales del siglo XVI y principios del XVII, y después Inglaterra, se especializaron en el transporte y en la intermediación a través de sus dominios de los mares.

En este sentido, el mercantilismo inglés puede ser el más puro de todos, ya que además de un fuerte desarrollo de la industria y exportaciones propias, propició todo tipo de intercambios comerciales, siempre que supusiera para ellos un diferencial medio en oro y plata.

Pese a las críticas muy fuertes de que fue objeto el mercantilismo por la sociedad de su tiempo, este hecho no impidió la expansión del sistema, incluso bajo su forma más dictatorial, como fue el colbertismo, que no sólo pretendía un fuerte incremento de la industria como medida de hacer posible las exportaciones, sino que también suponía conservar y aumentar el poder del rey, poder que se medía a través de la abundancia de dinero; por ello, el colbertismo, además de ser una doctrina que suponía la industrialización, implicaba, también, un régimen muy ordenancista o burocrático, al situar todo el poder en manos del aparato del Estado.

Este tipo de mercantilismo rígido se extendió por Rusia y Alemania en el siglo XVIII, dentro de la generalización de la cultura francesa.

En realidad, el auténtico mercantilismo fue una importante vía de progreso en países donde fue aplicado con más rigor como Holanda, Inglaterra y Francia, y fue precisamente su éxito lo que suscitó la necesidad y preparó el triunfo de las doctrinas liberales del siglo XIX.

Fue Keynes, en su teoría general del dinero (1936), el que presentó un nuevo apoyo a las doctrinas mercantilistas, al defender y demostrar que un excedente de exportaciones podría aumentar el empleo, la producción y la renta interior, aunque también sostuvo que estaban indicadas restricciones importantes al comercio internacional.

José Luis Carranza

miércoles, marzo 04, 2009

Para un contexto del pensamiento económico aristotélico

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Dimensiones de la vida de Aristóteles, como filósofo, que son necesarias para contextualizar su pensamiento económico. Destaca el hecho de que se dan referencias de Aristóteles como precursor del método inductivo, basado en la experimentación y no en la especulación como el método deductivo.

Las negrillas y separación de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.

Tomado de:


Aristóteles

Aristóteles, nació en Estagira, Macedonia, el año 384 a. de J.C. y murió en 322 a. de J.C.

Fue discípulo de Platón y maestro de Alejandro Magno.

Creó su "Liceo" que fue tan prestigioso como la "Academia".

Su filosofía se caracteriza por ser un movimiento filosófico y científico basado en la experimentación.

Concepción revolucionaria. En un panorama filosófico denominado por la ciencia del mundo exterior y la cosmología, creó un concepto de la sociedad, de la realidad y del hombre totalmente diferente. Enfatizó la transformación de su sociedad política porque afianzó la libertad democrática en su obra "Las Constituciones de Atenas", contra Filipo de Macedonia, quien reaccionó ordenando su muerte, ya que vislumbró que la democracia terminaría por derrotar al totalitarismo.

En el campo de la metafísica - hasta entonces denominado por Platón - en el que tenía predominio las ideas y por lo tanto el mundo ideal y dialéctico de la lógica y el pensamiento sobre la realidad y la experiencia, él decidió crear bases totalmente diferentes para constituir en ellas la filosofía y la ciencia.

Su gran revolución ideológica la hace precisamente en el campo de la teoría del conocimiento. Contra todos los filósofos que presumían la validez del conocimiento, él dice que sin experimentación no hay verdad.

Aristóteles da realidad a las ideas entendiéndolas como la esencia de las cosas reales - "Nada hay en la mente que no haya estado antes en los sentidos".

Frente a toda metafísica, a la filosofía cosmológica y frente al idealismo metafísico e intelectualista de Platón, la posición de Aristóteles no puede ser más radicalmente distinta.

Por la fuerza de su ingenio trascendió su época y se proyecto en el siglo XVII y XVIII, época en que su tesis es sostenida por los empiristas británicos John Locke, George Berkeley y Davis Hume, y en cierto modo también Emmanuel Kant, filósofo alemán creador de la filosofía crítica.

Aristóteles inventa el empirismo, pues considera que todas las filosofías y las ciencias tienen que partir de las experiencias, es decir, de todas las sensaciones que nos ofrece el mundo de la percepción y del conocimiento sensible.

Redescubre la experiencia y la erige en base del conocimiento verdadero.

La percepción que había sido desechada como conocimiento impreciso y engañoso es decir, el DOXA, para él es el punto de partida necesario y obligatorio, no sólo de toda la filosofía, sino de todas las ciencias.

El mismo inventó y construyó por primera vez en Occidente casi todas las ciencias naturales más importantes, tales como la física, la química, la geografía y también las ciencias sociales más significativas como la ética, la política y el estudio de la sociedad.

En su obra "Organon", desarrolla una lógica y una epistemología que le permiten perfeccionar y alcanzar el conocimiento científico a la vez demostrativo y convalidadamente verdadero.

Creó su lógica para garantizarse un acceso sólido del conocimiento a la realidad.

Cambió el curso de la filosofía al pensar que las ideas y los pensamientos no eran como lo creyó Platón. Insertó las ideas en el mundo real, tanto las cosas materiales que se ofrecen al conocimiento sensible, como las ideas y conceptos.

Desde entonces las ideas no flotan en vacío ideal sino que existen en las cosas mismas de la realidad.

Al mismo tiempo que fue el creador del "empirismo epistemológico", fue también gestor del "realismo metafísico". Hay una realidad exterior que puede ser accesible al conocimiento empírico.

Aristóteles deja de depender de las ideas y desarrolla su concepción hilemorfista, que consiste en que las esencias o sustancias de las cosas reales tienen una realidad DUAL; ellas son : Materia y Forma y en sus relaciones de unas cosas, causa y/o efecto.

Sobre este concepto de casualidad de : "No hay efecto sin causa" y "todo efecto debe ser proporcionado a su causa", se construirá toda la ciencia antigua, moderna y contemporánea.

Sobre el principio de la relación entre materia y forma, se elaboraron la psicología, la sociología y la política, así como, por supuesto, una nueva antropología filosófica. Para la esencia del hombre, el cuerpo es la materia y la forma es el alma.

Aristóteles es el inventor, en Occidente, del concepto del alma como primer principio, primera fuerza o energía, que da origen a la vida, a la sensación y a la intelección.

La estructura integrada del plano biológico y reflexivo intelectual del hombre de una manera unitaria y teleológica. En virtud de lo cual, todas las partes que constituyen el organismo humano están al servicio supremo, del que éste emplee su finalidad de supervivencia, integridad, perfeccionamiento y desarrollo individual.

En lo primero que define a Dios como la "suprema causa" y el "motor fundamental del Universo".

Entre sus obras principales, además de la metafísica, como teoría de las causas primeras, está su : "De Anima" o "Del Alma", que es el primer tratado científico de la filosofía y de la psicología.

También inventó la lógica o arte y ciencia del pensamiento correcto que distingue los falsos modos de razonar como los Sofismas y los Paralogismos y la falacia comprendida en sus libros.

Fue Aristóteles quien introdujo la denominación de Etica para designar lo concerniente a los principios del bien y del mal; y, de "Filosofía Práctica", para la disciplina que dicta las reglas a que debe someterse la conducta humana.

Según Aristóteles, la virtud es el objeto de la Etica, mientras que la moralidad lo es de la Filosofía Práctica. Hay, no obstante, confusiones posteriores debidas a las traducción; así por ejemplo, CICERON tradujo la palabra griega "ético" a la latina "moralis", y SENECA llamó a la ética "Philisophia Moralis". Desde entonces aparecen con más frecuencia estos tres nombres : Etica, Filosofía Moral y Filosofía Práctica, designando, con leves matices de diferencia, la misma disciplina filosófica. Sin embargo, desde la Antigüedad hasta el presente, la expresión Filosofía Práctica no se refiere exclusivamente a lo ético, sino que abarca también la Política, la Economía y el Derecho.

Aristóteles en su obra "Etica de Nicomaco" hizo la primera exposición sistemática de esta disciplina. Considera como cuestión fundamental la del "supremo bien, o sea un bien que se desea por sí mismo y por el cual, a la vez, se desea todos los demás bienes; todos coinciden en que este supremo bien es la felicidad". Pero ¿en que consiste? . Según Aristóteles, la virtud es un modo de pensar y de sentir que se mantiene en el justo medio entre el exceso y el defecto; este justo medio puede ser conocido por la razón, y quien lo conoce, como el sabio, obra en consecuencia y es feliz; pues, la felicidad no es sino la actividad de la vida conforme a la razón.

Después de Aristóteles, los Estoicos y los Epicúreos siguen la misma ideas con muy leves innovaciones.

Así, los ESTOICOS consideran que la felicidad consiste en la "apatía", o sea el estado de una vida serena, libre de las pasiones que subyugan a los insensatos, y que realizan la acción virtuosa conforme al deber, que es lo mismo que conforme a la razón.

Por su parte los EPICUREOS (Seguidores de Epicuro) sostienen que el supremo bien es la felicidad, pero entendida como placer, es decir como diversión, entretenimiento y satisfacción sin impedimentos. Para lograr la felicidad se necesita mantener la buena salud del cuerpo y una "inquebrantable tranquilidad del alma no estorbada por pasiones ni apetitos"; a esto le llamaron "ataraxia", estado parecido al de la apatía, de los estoicos. También reconocen a la razón como el medio de conseguir la felicidad, y por eso, también el sabio representa el ideal de la conducción moral de la vida.

El CRISTIANISMO introdujo una nueva concepción ética basada en los siguientes principios:

1º.- El hombre tiene la culpa de sus desgracias y sufrimientos;

2.- Todos los hombres son iguales por ser hijos de Dios, quien los creó en un acto de puro amor y, por eso, "amar a Dios y al prójimo como así mismo" es el sentimiento y el deber fundamental;

3º.- La salvación, o dicha eterna, y la perdición, dependen de la libre voluntad del hombre, pues él puede elegir el difícil y angosto sendero de la virtud, la misericordia, la beatitud y la purificación; o el amplio camino del vicio, el placer, el egoísmo, etc. etc., que finalmente conduce a la perdición; y

4º.- Existe un especie de casualidad ética, pues "quien siembre vientos cosecha tempestades".

La novedad de la concepción cristiana consiste principalmente en la importancia básica del sentimiento del amor, del que carecieron la concepciones griegas de la antigüedad, que fueron eminentemente racionalistas, que lucieron el brillo de la razón, pero también su frialdad.

Trabajo realizado por:
elmago@umailme.com
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Cálculo del Costo Marginal

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Un ejemplo de cálculo específico del costo marginal y del producto marginal, puede verse en:


http://www.zonaeconomica.com/costo-marginal

miércoles, febrero 25, 2009

La Economía Política y el Cristianismo (1862)

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Las negrillas y separación de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.

Importante texto para situar los debates teóricos sobre los orígenes de la Economía Política, como ciencia. La concepción del egoísmo capitalista como factor de desarrollo, es criticada desde la óptica del cristianismo de mediados del siglo XIX. Este es el extracto de la primera de ocho partes, que pueden ser consultadas en la referencia electrónica abajo mencionada.

Tomado de:

http://filosofia.org/zgo/zgecop1.htm

Son muchos los que creen que la Economía política es una ciencia absolutamente nueva, y para algunos el origen y existencia de esta ciencia no se extiende mas allá de los nombres de Quesnay, Smith y Malthus. Nosotros no podemos admitir sin restricciones este modo de apreciar el origen y existencia de la Economía política. Admitimos de buen grado que esta sólo comenzó a presentarse con las formas y condiciones de ciencia, de estudio distinto y separado de la legislación y la política, desde la publicación de las Máximas generales de Gobierno Económico de Quesnay. Admitimos [2] también que desde el último tercio del siglo pasado ha entrado en una nueva fase, adquiriendo notable desarrollo bajo la impulsión de los escritos publicados por Smith, Say, Malthus, Storch, Blanqui, Rossi, Bastiat y tantos otros, cuyos trabajos tienden a constituir la Economía política sobre bases y condiciones propiamente científicas, con sus principios, sus leyes y sus deducciones especiales.

Pero, ¿quiere decir esto que antes de esa época nada se sabia de Economía política? ¿Deberemos decir por eso que esta clase de estudios eran completamente desconocidos en los siglos anteriores?

La historia de los pueblos y su legislación nos enseñan que, antes que apareciera el sistema agrícola de Quesnay, había dominado en las naciones de Europa, y con especialidad durante los siglos XVI y el sistema de las restricciones y privilegios, conocido en Economía bajo el nombre de SISTEMA MERCANTIL, sistema basado sobre la idea de que el oro y la plata constituyen la verdadera riqueza de las naciones.

Sabido es también que durante los expresados siglos, o mejor dicho, en el último tercio del siglo y primero del siglo siguiente, aparecieron ya escritos notables, en que se trataban de una manera más ó menos completa los diferentes problemas de que se ocupa hoy la Economía política. Testigos la República de Bodin y el Discurso sobre la moneda de Scaruffi. Testigos también los escritos publicados a la sazón por [3] Davanzati, Montanari, y especialmente por el napolitano Serra.

Si quisiéramos hacer alarde de erudición, y no lo consideráramos innecesario al objeto principal que nos hemos propuesto al escribir estos artículos, no nos sería muy difícil comprobar con numerosas citas que no pocos escolásticos de los siglos XIII y XIV sabían algo de Economía política. La obra de santo Tomás De Regimine Principum, y la que con título igual escribió el agustiniano Egidio Romano, contienen pasajes notables sobre no pocos de los problemas a que se refiere la ciencia económica de los Estados.

Pero pasemos más adelante en nuestra marcha retrógrada, y llegando hasta la antigüedad pagana, veamos si las naciones cultas anteriores al cristianismo, eran completamente extrañas a las nociones de Economía política.

Cierto, que no encontraremos entre los antiguos, ni tratados especiales y exclusivos de esta ciencia, ni el examen y discusión de todas las doctrinas y problemas que abarca este estudio en nuestro siglo; pero esto no prueba de ninguna manera que sus sabios no meditaron sobre estos problemas.

Si no escribieron tratados especiales de Economía política, fue porque acostumbraban a separar la Economía de la Política. La constitución especial de la familia entre los antiguos, aun con respecto a las naciones más civilizadas, como Grecia y Roma, constitución [4] de condiciones completamente diferentes de las que recibió después bajo la influencia benéfica y regeneradora. del cristianismo hacía necesaria una ciencia especial, a la que apellidaban Económica, y que consideraban como distinta y separada de la Política. Sin embargo, en esa Económica, y sobre todo en la ciencia que apellidaban Política, hacían entrar, bajo una forma u otra, muchos de los principales problemas que hoy se consideran como propios de la Economía política. Testigos la República de Patón la Económica y la Política de Aristóteles, y los libros De officiis de Cicerón, en que se hallan tratadas muchas cuestiones económico-políticas, bien que en relación con las instituciones sociales de aquel tiempo.

Ni es de extrañar tampoco que sus escritos y discusiones sobre esta materia fuesen limitadas, sin abarcar todos los problemas de la ciencia actual. ¿No sería absurdo el pretender que los griegos con sus pequeñas repúblicas, y los romanos con su pensamiento dominante de conquistas, se hubieran ocupado de aquellos problemas económico-políticos que dependen en su mayor parte y se hallan en relación con el inmenso desarrollo del comercio y la industria en las naciones modernas? ¿Podían aquéllos ocuparse de ese crédito moderno, con sus diferentes y multiplicadas formas y aplicaciones, que tan importante papel desempeña en la sociedad de nuestros días, y que tanto influye en la producción y acumulación de las riquezas? [5]

Por otra parte, es preciso tener en cuenta que la organización social de los antiguos era esencialmente diferente de la que han llegado a alcanzar las naciones modernas, formadas sobre las doctrinas e ideas traídas al mundo por el cristianismo, y sujetas por espacio de muchos siglos a su acción lenta, pero segura y esencialmente civilizadora.

Dejando a un lado otras infinitas diferencias, basta recordar la esclavitud que entraba como un elemento constitutivo en la organización de las antiguas sociedades, para convencerse de que la Economía política de Grecia y Roma, no pedía ser la Economía política de la moderna Europa.

Uno de los mas difíciles problemas de cuya solución se ocupa la moderna Economía política, es el que se refiere al mejoramiento y bienestar de las clases obreras y a la extinción ó remedios del pauperismo.

Pero este problema, o no existía o cuando menos no podía existir con las mismas condiciones en las sociedades en que los esclavos, que constituían entonces la clase obrera, eran considerados como cosas y no eran admitidos a la participación de los derechos civiles, como lo son, si no siempre en la práctica, a lo menos en principio, los obreros de nuestra sociedad.

En conclusión: creemos poco fundada la opinión de los que miran la Economía política como una invención de los últimos siglos, y nos atrevemos a rechazar como apreciaciones superficiales las de aquellos que [6] piensan que esta ciencia nada ha significado en el mundo hasta que se ocuparon de ella los economistas de los últimos tiempos.

Prescindiendo de las ideas emitidas sobre esta materia por los buenos escritores de la edad media, y dejando también a un lado los ensayos más o menos completos, publicados a últimos del siglo XVI y principios del XVII, es incontestable que los filósofos y legisladores de la antigüedad pagana se ocuparon bastante de estas materias. Si no escribieron tratados especiales y exclusivos, fue porque esta ciencia se hallaba entonces como embebida en la Economía y la Política, y si no abordaron todos los problemas de que se ocupa hoy la ciencia, fue porque la organización social de los antiguos, diferente esencialmente de la nuestra, hacia cambiar necesariamente las condiciones de muchos de los problemas que pertenecen a la Economía política. Pero dejemos la Economía política de antiguos tiempos, y volvamos la vista hacia la de nuestra época.

El antiguo sistema mercantil había ido desapareciendo poco a poco de las naciones de la Europa, y sobre sus ruinas levantábase el sistema agrícola de Quesnay, Dupin, Turgot y demás economistas franceses, cuando en 1771, aparecieron las Meditaciones sobre la Economía política del conde Verri, el cual dio un golpe mortal al sistema agrícola de los economistas franceses.

Verri sólo había destruido; faltaba un hombre capaz [7] de edificar.

Desgraciadamente realizó esta empresa Adam Smith con sus Investigaciones sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones.

Y decimos desgraciadamente, porque Smith es como el jefe de esa escuela semi-materialista de Economía política, que sólo ve en el hombre un capital y un productor de riquezas; escuela cuyos principios desecantes, y cuyas doctrinas egoístas tienden a hacer más desgraciada la suerte de los pobres, en vez de aliviar su infortunio; escuela, en fin, para la cual casi nada significan y en la cual para nada entran la religión y la moral.

Se ha dicho y repetido a porfía que Smith es el verdadero fundador de la ciencia de la Economía política. Esta afirmación es verdadera hasta cierto punto, si se consideran los trabajos de Smith bajo un punto de vista puramente literario; porque este escritor, abarcando en su obra, bajo procedimientos metódicos, todas las cuestiones de esta ciencia, determinando sus principios y leyes generales, desenvolviendo sus conclusiones y estableciendo teorías más o menos sólidas y verdaderas sobre los diferentes problemas de que ocuparse suele la Economía política, dio a las doctrinas económicas una forma científica completa y más universal que la que hasta entonces habían alcanzado.

Empero, aparte de los defectos y errores en que abunda la doctrina de Smith, aun bajo el punto de vista literario y científico, para nosotros el error grande del sistema económico de Smith y el defecto [8] capital ante el cual desaparecen todas las bellezas y méritos que suponerse quieran en sus escritos, es ese espíritu de egoísmo práctico, y esa indiferencia moral y religiosa que domina su sistema; espíritu de egoísmo y de indiferencia que el cristianismo no puede menos de condenar como opuesto a su enseñanza, a su historia y a su misión divina sobre la tierra en favor del hombre y de la sociedad.

En medio de sus extensas teorías sobre la producción y distribución de las riquezas, sobre el consumo de las mismas y sobre las ventajas de la división del trabajo, Smith no halla ni busca nada para impedir la degradación moral del hombre, no parece preocuparle en lo más mínimo la suerte de esa clase infortunada de obreros que caminan rápidamente al embrutecimiento y la inmoralidad, sepultados en las fábricas y talleres; en una palabra, en la teoría de Smith el hombre moral y religioso no significa nada, y desaparece por completo ante el hombre material, ante el hombre máquina, ante el hombre productor de la riqueza. Por eso vemos a los partidarios de su escuela definir al hombre «un capital acumulado, que no tiene valor sino según la masa de este capital en el interés de la producción.» Por eso vemos a Say, principal representante y propagador en el continente de las teorías de Smith, afirmar osadamente que «la equidad no prescribe los socorros públicos.» Por eso vemos, en fin, a esa escuela encerrarse en el estrecho circulo de los intereses materiales, y prescindir enteramente de los intereses morales [9] y religiosos del hombre; investigar sin descanso los medios de llegar a una producción ilimitada de riquezas, sin ocuparse del bien moral de los individuos.

¿Puede avenirse el cristianismo con semejante Economía política? ¿Puede dejar de condenar esas teorías egoístas, esas doctrinas, en que se halla encarnado un materialismo práctico tan desconsolante?

No, mil veces no. El cristianismo, cuya misión divina sobre la tierra es la rehabilitación intelectual y moral del hombre en este mundo, abriéndole de esta suerte el camino para llegar a la consumación de esta doble rehabilitación en el seno de Dios; el cristianismo, que marcha siempre a su objeto y realiza sus destinos en el mundo, apoyándose sobre el gran principio de la caridad divina, no puede avenirse con esas frías teorías, que sólo se ocupan del modo de acumular riquezas sin cuento en las manos del poderoso; que sacrifican la humanidad pobre a la humanidad rica, y que enseñan prácticamente a esta a pasar con indiferencia al lado de aquella.

Y es por eso que, bajo la influencia de la enseñanza católica, no tardó en levantarse una nueva escuela de Economía política en oposición con la escuela egoísta de Smith, Say y sus discípulos.

Algunos hombres reflexivos, reconociendo las funestas consecuencias prácticas de las teorías de la escuela inglesa, dieron a la Economía política un carácter más humanitario, más benéfico, más fecundo y más en armonía con la dignidad del hombre, haciendo entrar en la [10] ciencia el principio moral y el principio de beneficencia cristiana.

{Texto tomado directamente de Zeferino González, Estudios religiosos, filosóficos, científicos y sociales, Tomo segundo, Imprenta de Policarpo López, Madrid 1873, páginas 1-121. Transcribimos la Advertencia que figura al inicio de este volumen: «Advertencia. El artículo que lleva por epígrafe La Economía política y el Cristianismo, aunque escrito en Manila en el año que indica su fecha [1862], ha sido refundido y considerablemente añadido para su publicación en estos Estudios.»}
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lunes, febrero 16, 2009

Walras y los Bienes Raíces

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Las negrillas y separación de algunos párrafos son nuestros.

Tomado de:

http://ecobachillerato.com/economistas/walras.htm

LEONN WALRAS

Autor: Jesús Pérez Allueva

Léon Walras (1834-1910), es un economista francés nacido en Evreux.

Fue profesor en la universidad de Lausana. A partir de 1870, Léon Walras denunció las teorías económicas liberales que se enseñaban en las universidades y que consideraba insuficientes para explicar los problemas económicos de su tiempo. En su obra "Elementos de economía política pura"(1874), su crítica se centra en particular en la teoría del valor del trabajo y de la renta de los bienes raíces de David Ricardo, pero también pone en tela de juicio toda la herencia clásica (sobre todo la de Adam Smith).

Influido por el matemático Antoine Cournot, fue uno de los primeros en introducir de manera sistemática el cálculo matemático en economía.

Walras sitúa la empresa en el centro de la economía y se interesa por su acción en el marco de una competencia entre agentes, así como en una interdependencia de todos los mercados económicos: los mercados de productos (bienes y servicios) y los de factores de producción (trabajo, tierra y capital). Se cuestiona como fijar los precios y las cantidades de manera simultánea y plantea el problema económico del equilibrio en general, es decir, de la estabilidad de los equilibrios sobre todo los mercados. La atención que dedicó a esta cuestión caracterizó a los miembros de la Escuela de Lausana, concretamente al sucesor de Walras, Vilfredo Pareto. Junto al austriaco Carl Menger y al británico Stanley Jevons, al que no conocía en el momento en que emprendió esta vía de investigación, fue considerado uno de los fundadores de la corriente neoclásica y del marginalismo.

Teoría del valor trabajo, principio que afirma que el valor de un bien o servicio depende de forma directa de la cantidad de trabajo que lleva incorporado.

Adam Smith pensaba que el trabajo era la unidad de medida exacta para cuantificar el valor, pero no el factor determinante de los precios.

Durante los 25 años posteriores al fallecimiento de Smith, David Ricardo desarrolló la teoría del valor trabajo en sus Principios de economía política y de la imposición (1817) en la que afirmaba que todos los costos de producción son, de hecho, costos laborales que se pagan, bien de una forma directa o bien acumulándolos al capital (por ejemplo, maquinaria adquirida gracias al esfuerzo de los trabajadores). Por ello se defendía que los precios dependerían de la cantidad de trabajo incorporado en los bienes o servicios. Sin embargo, el posible fallo de la teoría es que si dos bienes se producen utilizando la misma cantidad de factor trabajo, pero uno de ellos utiliza más factor capital, el productor del bien intensivo en capital tendrá que recoger el valor de este capital e incluirlo en el precio si quiere obtener la misma tasa de beneficios o ganancias que la del productor del bien intensivo en trabajo. No obstante, la teoría del valor basada en el trabajo se convirtió en un principio fundamental en el pensamiento económico de Karl Marx, que suponía que sólo el factor trabajo podía crear valor.
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lunes, noviembre 10, 2008

La Crisis Económica y el Sol

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Negrillas y separación de párrafos son nuestros, para análisis.

Tomado de:

http://www.eumed.net/cursecon/dic/dent/j/jac.htm

Uno de los más notables economistas y estadísticos británicos del siglo XIX (1835-82). Sus tratados sobre fluctuaciones de precios, acompañados de amplia información de números índices, sobre las causas de las crisis económicas y bancarias, y sobre teorías económicas, adquirieron amplia difusión y todavía gozan de alguna autoridad.

Se dió el caso de que Jevons desarrolló las mismas ideas de Gossen (...), aunque Jevons manifestó que no tuvo el menor conocimiento de la obra de aquel economista alemán hasta veinte años después de haber publicado su Theory of Political Economy.

Cuando el campo de las ideas económicas estaba dominado en Inglaterra por John Stuart Mill, Jevons desarrolló su teoría de la utilidad -que después llamó valor en cambio- distinguiendo el grado final de utilidad o utilidad marginal, de la utilidad total, aplicando las concepciones y símbolos de los cálculos que conducen a la ecuación del cambio, sentando de esta manera la base para que los tratadistas británicos elaborasen sus nuevas- teorías, simultáneamente con Walras y los campeones de la Escuela austríaca; Menger y Wieser. Jevons sostenía que el valor residía en la utilidad y no en el costo de producción, como afirmaba Mill.

Sus trabajos estadísticos sobre las fluctuaciones periódicas en los mercados de dinero han servido de modelo para ulteriores investigaciones. Sus índices de precios calculados para el período de 1845 a 1862, se retrotrajeron después hasta el 1782 y son estimados como algo de lo más preciso y bien comentado que se ha hecho en ese orden de estudios.

Con respecto a su discutida teoría de si las manchas solares se relacionan con las crisis económicas, es justo hacer observar que lo que él estudió fue la coincidencia de la aparición de esas manchas con las variaciones de la radiación solar que afectaban las cosechas de las zonas tropicales y subtropicales y, por lo tanto, la demanda de productos británicos manufacturados, las consiguientes crisis, y los períodos de hambre en la India.

Sus obras más conocidas son: The Goal Question (1865); The Theory of Political Economy (1871); The Periodicity of Commercial Crisis and Its Physical Explanations (1878); Commercial Crisis and Sun-Spots (1879); Principles of Economics (1882), y lnvestigations in Currency and Finance (1884).
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viernes, octubre 17, 2008

Puntos de Lectura para El Capital

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Propuesta borrador para una guía de lectura de capítulos seleccionados del Tomo I de El Capital, de Carlos Marx.
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Capitulo IX
1. Concepto de cuota de plusvalía
2. Concepto de masa de plusvalía
3. Concepto de valor de capital variable
4. Formula para el calculo de la masa de plusvalía
5. Impacto de una disminución del capital variable
6. Concepto de limite absoluto de la jornada media de trabajo
7. Primera ley de la masa de plusvalía
8. Segunda ley de la masa de plusvalía
9. Tercera ley de la masa de plusvalía
10. ¿Qué sucede con el capital variable y constante en distintas ramas de producción?
11. ¿Qué sucede con el capital variable y constante en la misma rama de producción?
12. Concepto de capital personificado
13. Concepto de trabajo ajeno

Capitulo X
14. Relación entre plusvalía relativa, trabajo excedente y trabajo necesario
15. Concepto del aumento de la capacidad productiva del trabajo
16. Concepto de plusvalía absoluta y su relación con el trabajo necesario y trabajo excedente
17. Relación del aumento de la capacidad productiva del trabajo y el abaratamiento de las mercancías
18. Concepto del valor individual de la mercancía
19. Concepto del valor social de la mercancía
20. Concepto de plusvalía extraordinaria
21. Relación entre la fuerza productiva del trabajo y el abaratamiento de las mercancías
22. Relación entre la plusvalía relativa y la fuerza productiva del trabajo
23. ¿Por qué se dice que en la producción capitalista la economía del trabajo no tiene como finalidad acortar la jornada de trabajo?

Capitulo XIV
24. ¿A que se refiere el concepto de “proceso de trabajo independientemente de su forma histórica”?
25. Concepto de trabajo productivo
26. Concepto de trabajo improductivo
27. ¿En que sentido se puede afirmar que la producción capitalista no es solamente una producción de mercancías?
28. Concepto de supeditación formal del trabajo al capital
29. Concepto de supeditación real del trabajo al capital
30. Relación de la plusvalía absoluta con la supeditación formal del trabajo al capital
31. Concepto de división social del trabajo

Capitulo XV
32. Tres magnitudes de las que depende el precio de la fuerza de trabajo y la plusvalía
33. Primera ley por la que el valor de la fuerza de trabajo y la plusvalía se determinan
34. Segunda ley por la que el valor de la fuerza de trabajo y la plusvalía se determinan
35. Tercera ley por la que el valor de la fuerza de trabajo y la plusvalía se determinan
36. Errores de David Ricardo en la investigación de las 3 leyes que determinan el valor de la fuerza de trabajo y la plusvalía

Capitulo XVI
37. Formulas para expresar la cuota de plusvalía
38. La formula (trabajo no retribuido / trabajo retribuido). ¿Por qué se dice que esta formula es equivocada?

Capitulo XVII
39. ¿Por qué se afirma que el trabajo carece de valor?
40. Concepto de precio natural
41. Concepto de precio necesario
42. Concepto del valor del trabajo
43. Concepto del valor de la fuerza de trabajo
44. Diferencias entre concepto del valor del trabajo y valor de la fuerza de trabajo
45. Relacione los siguientes conceptos: valor y precio de la fuerza de trabajo y salarios
46. ¿El valor del trabajo tiene que se siempre mas reducido que su producto del valor? Si_ No_ ¿Por qué?
47. Relacione de los conceptos de salario y jornada de trabajo
48. Concepto de trabajo feudal
49. Concepto de trabajo esclavo
50. Concepto de trabajo capitalista
51. ¿Por qué se dice que lo que el obrero entrega al capitalista no es realmente su fuerza de trabajo?
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Notas Primer Parcial Economía Política II

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* CONSERVEN LAS PAPELETAS PARA EFECTOS DE COTEJAR NOTAS Y REVISIONES.

* VERIFIQUEN EL NOMBRE. ME PARECE QUE PUEDEN EXISTIR ERRORES POR USAR EL SEGUNDO NOMBRE Y EL SEGUNDO APELLIDO SOLAMENTE EN LAS PAPELETAS. NO REGISTRAMOS ESTE LISTADO COTEJANDO LOS DOS NOMBRES, LOS DOS APELLIDOS Y EL NUMERO DE CARNET, COMO LO HACEMOS AL FINAL, AL CONSOLIDAR LAS NOTAS.
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